miércoles, 25 de noviembre de 2009


LOS ESPEJOS

LEONOR EMMERICH


Sintió un fuerte golpe...

Entró en una habitación, en penumbras, cubierta de espejos. Descubrió por los destellos de los mismos, que un atrapasueños, colgaba del techo, balanceándose sin cesar. Le agradó. Era de tamaño mediano, tenía su infaltable red y parecía estar orlado de plumas. A ella le agradaba soñar…
Se paró, frente a uno de ellos y comenzó lenta y pausadamente a quitarse la ropa. Quedó desnuda. Extrañas criaturas la espiaban desde los ángulos vidriados. Su imagen se repetía en una secuencia interminable.
El cristal frente a ella se plegó en ondulaciones, con matices del gris humo al argéntico. De pronto se rasgó en bordes angulosos desiguales y un pórtico se extendió frente a ella.
Penetró en un pasillo totalmente espejado, que cada vez se estrechaba más y más, hasta que su cuerpo chocó con el borde romo. El frío de ambas paredes hizo temblar su cuerpo y un nuevo portal, le dejó paso.
El paisaje era maravilloso, los tonos pasteles se mezclaban con un estallido de colores en extremo saturados, en una concordancia perfecta.
Seres alados, de diversos tamaños y armoniosas formas, la rodearon. Recordaba haberlos visto espiándola, mientras se desvestía. Ni un mísero trapo cubría sus cuerpos. La


condujeron por un sinuoso sendero, bordeado de flores, mientras sensuales fragancias, la envolvían.
Llegaron a una morada de forma de media luna, construida con piedras semipreciosas totalmente traslúcidas y en extremo delgadas. El recinto era acogedor. La sensación era agradable. En el fondo, en una elevación del piso, se encontraba él, el hombre de sus sueños. La felicidad la invadió, después de tan larga búsqueda, en sus imaginarias aventuras, lo había hallado.
Se miraron, compenetrándose uno en el otro.

Cerró los ojos, volvió a abrirlos, notó que estaba desnuda, tendida en la cama, cubierta por una manta, en una habitación de paredes peladas, con sólo un crucifijo sobre su cabeza.
La voz sarcástica de un hombre, a quien reconoció como su marido, le preguntó:
- ¿Cómo te sentís querida?
Intentó hablar, intentó moverse, no podía; y comprendió que nunca más podría.
Miró para adentro. El atrapasueños se balanceaba…

COSAS DE BRUJAS

PEDRO SOTO

Esta mañana cuando salí de casa, mi bruja salió a despedirme. Suspendió el riego y los rezongos. Me dio un beso y el paraguas. Me pareció que era un día espléndido pero no la contradije. Conozco algo de sus conjuros para hacer que sucedan las cosas.

LA MES A VACÍA

ADELA DEZA

Juani estaba nerviosa y ansiosa, finalmente conocería a Javier. Durante dos meses por las noches, chateó con él.
Por medio de esos diálogos, pudo conocerlo íntimamente, descubrió sus valores, sus gustos, sus sueños y ambiciones.
La impresionó su cultura general. A través de su palabra escrita, logró bucear por todos los rincones de su corazón y se sintió atraída por ese desconocido.
Dos semanas atrás se intercambiaron fotos.
A Juani le pareció un lindo hombre, robusto, de rostro armonioso, cabello ondulado y renegrido, ojos verdes, boca carnosa y sexual. Por su vestimenta descubrió que era una persona prolija y sobria. Fue ayer en el último diálogo, donde resolvieron encontrarse, a las veinte horas en la Confitería “Las Violetas”.
Juani estaba emocionada, pensaba; “¡estoy enamorada!”
Esas charlas tan jugosas y enriquecedoras, ¡le abrían un nuevo camino!...
Puntualmente, llegó a la confitería, al ingresar miró hacia todos lados, para verlo. Lo descubrió en una de las últimas mesas, junto a la vidriera.
Se acercó emocionada, lo saludo y al sonreírle le dijo:
- ¡Por fin nos conocemos!
Él sin levantarse tomó su mano y acercándola, la beso en la mejilla y con una profunda mirada le indicó:
- Sentate, sos tal cual te imagine, ¡hermosa!-.


Juani le sonrió, se miraron embelesados, se tomaron de las manos, se dijeron palabras de amor.
Pasaron dos maravillosas horas, charlaron, rieron, se acariciaron; hasta que él, se incorporó con cierta dificultad y la besó en la boca.
Fue un breve beso, pero a Juani le pareció ¡bellísimo!
Javier piensa que ha llegado la hora de la prueba final.
Con una mirada amorosa le dice:
- Debo hacer una llamada por teléfono.-
Se incorpora, toma los bastones que estaban apoyados a su espalda sobre la silla, se calza los brazos en ellos y camina hacia la cabina que estaba alejada de la mesa.
Juani sorprendida, palidece. Un nudo en su garganta no la deja respirar.
Esta atornillada al asiento, trata de pararse y no puede.
Se siente angustiada, mil pensamientos fluyen en su cabeza ¡¿Qué vida me espera al lado de un lisiado?!
Resuelve: Debo irme. Hace un último esfuerzo, se incorpora, toma su cartera y huye hacia la calle.
Javier la mira y triste piensa: lo sabía ¡era muy difícil que me aceptara!
La mesa que momentos antes fuera testigo de tanta felicidad ahora ¡está vacía!

LOS AMIGOS

NORMA BERRETTA

El campo era como un cuadro, con sus árboles añejos, mucho ganado y un sol que lo devoraba todo.
Debajo de un ombú charlaban alegremente Esteban y Juan, contándose acedotas de sus vidas pasadas, el mate era su amigo fiel.
De pronto el cielo se oscureció, los pájaros volaron asustados, el viento comenzó a llevarse todo lo que encontraba a su paso, una cortina de lluvia hizo que Esteban y Juan corrieran hacia el rancho para seguir con sus cuentos.

viernes, 6 de noviembre de 2009


POR AMOR A SU REINA

ELBA BEATRIZ GALLENTI


Los últimos rayos del sol dibujaban fantasmas sobre el suelo. Las siluetas alargadas se mecían doradas y tenues filtrándose entre las grietas del sendero. Tan reseca estaba la tierra que sus pasos no dejaban la más mínima huella. Miró a su alrededor. Se sentía solo. Su espíritu explorador le había llevado bastante lejos, demasiado, esta vez. Por un momento olvidó su misión de reconocimiento del terreno y pensó en su Reina. Ella, la sublime, la gran diosa. ¡Cuántas historias, cuántas anécdotas de su sabiduría y belleza le habían contado sus tíos, los que le criaron de pequeño. Su infancia estuvo signada por el sacrificio. Desde los primeros pasos supo lo que habría de hacer por el resto de su existencia, y a pesar de todo era feliz; al fin y al cabo cuando se nace esclavo uno no se cuestiona la libertad, simplemente se refugia en sus sueños. Es allí, en la mente, donde las ideas bailan, los pensamientos vuelan y las ilusiones se materializan con la ayuda de la imaginación.
Pero esta vez no había enemigos a la vista, sólo pastizales y flores por doquier. Un trecho más y podría emprender el regreso con las buenas noticias.
Entones la vio. Era como una perla, la más grande y hermosa perla que jamás hubiese podido imaginar. De color ambarino, nacarado, reposaba junto a una hoja seca de fresno al borde del camino.
Se le acercó lentamente, calculando distancias y oteando aquí y allí con sus grandes ojos negros entre la espesura que le protegía de quién sabe qué miradas indiscretas.
Evidentemente se encontraba frente a un tesoro inusual. Algunos de sus amigos hablaban de hallazgos símiles, pero a él siempre le parecieron fanfarronadas de obreros trasnochados.
La perla despedía un perfume delicioso que le hacía recordar a la fragancia aterciopelada de las rosas Dior y a los pétalos crujientes de los jazmines chinos. Sin embargo, notó que no era totalmente circular sino alargada y en uno de sus ángulos, una profunda depresión quebraba la redondez, pero no advirtió señales de rotura. Era así, diferente, tal vez única en su especie.
De pronto una idea que trató de espantar cuando se le posó loca en su cabeza le arrancó una sonrisa. Era la oportunidad de su vida: el mejor y más original regalo para su Reina.
Con la felicidad cosquilleándole en el pecho decidió la estrategia, y con mucho cuidado levantó del suelo su tesoro. Pesaba más de lo que había calculado a simple vista pero con ella podría conocer a su soberana en persona. Esa sería su mayor recompensa. Todos le admirarían y su nombre pasaría a formar parte de los relatos más recordados.
Se puso en marcha mientras la noche descendía serena. De a ratos, la suave brisa que soplaba en dirección al castillo parecía alivianarle el andar. La suerte estaba a su favor. Anduvo mucho tiempo con la preciosa carga al hombro. ¿Cuánto? No podía recordarlo. Con tanta prisa y zigzagueando para evitar los obstáculos había perdido la noción de la hora. Sólo la luna, su fiel acompañante de tantas travesías, lo observaba esquivar piedras y enormes árboles amenazantes mientras él, suspirando, le confiaba en secreto, de reojo, sus más íntimos deseos.
Y así, casi extenuado, mimetizado entre las sombras divisó la gran fortaleza. En el terraplén que conducía a la entrada se topó con varios soldados que, al reconocerle lo dejaron entrar sin dificultad. Mientras cruzaba escuchó sus risas burlonas: _“¡Mírenlo, ja, já, eso que trae es más grande que su cabeza, ja, já!” _ le espetaba uno. _ ¡“Y más que su cuerpo, Jo, jo, jo!”_ bromeaba otro.
Ya en el interior de la galería principal, de oscuras paredes rústicas, amasadas y revocadas a puro pulmón por miles de obreros, la perla se perfilaba nítida y fantástica. Veintitantos guardias apostados en el ingreso a la cámara real chequearon la carga antes de franquearle el paso.
Entonces, la visión de la Reina lo obnubiló. Una cantidad innumerable de sirvientes, doncellas y pequeñuelos la custodiaban amorosamente. Era magnífica. Absolutamente digna del sacrificio que acababa de realizar. Con un último esfuerzo depositó su ofrenda delante de ella. Alzó la vista y la vio sonreír altiva. ¡Era tan hermosa!
Dos sirvientes de caderas anchas como lunas le señalaron fríamente la salida. Más tarde, los primeros gorjeos del alba lo descubrieron otra vez solo y retraído explorando el sendero.
Pero la perla ya no era la misma. Nunca se supo por qué extraño hechizo comenzó a emanar un vaho dulzón, casi transparente y desagradable por momentos que adormeció a la Reina y a su corte para siempre.
En esa época todavía no se sabía que el arroz carnaroli, tan apreciado para el risotto, es ultravenenoso para las hormigas cuando fermenta.

TODAS LAS COSAS

SARAH PETRONE



Me acomodo las gafas y en cuclillas
con el misal en las manos, la hora amansa
las fatigas de un día provechoso
y te ofrezco, mi señora, mi descanso.

Desde el alba, labores y desvelos
han ocupado mi tiempo y mi esperanza
y ha traspasado el límite, mi ofrenda
y me he agotado otra vez, hasta mañana.

Todo lo di de nuevo hoy, sin retaceo alguno
por los hijos, al hogar, al hombre, los trabajos,
a las muchas situaciones de ésta vida
y que por suerte estabas Vos, para ayudarme.

Sostén y cautelosa compañía,
escucho tu voz muy dentro, cuando me hablas
desde cada rincón, donde mi mente
solo siente en el silencio, tu palabra.

Y en este devenir, las horas venturosas,
cuando deja mi cabeza sus sueños en la almohada,
qué bueno es encontrar que estás conmigodesde el principio al final, siempre a mi

¡MUERTO!, ¿QUIEN?

AZUCENA BESTEL DE CAL
(escritora invitada)


Dicen que el tango es “finau”, que ahora es solo “for espor”,
para algún gringo “forrau”, que lo admira por “esnob”.
Yo no me trago ese anzuelo, aunque encarne con salmón.
No se va a morir el tango mientras quede un bandoneón,
mientras suspire una piba que sueña con el amor
y un aspirante a poeta, rime con su metejón.
Mientras un pibe se raje, buscando un mundo mejor
y haya una vieja que rece, por el hijo que piró.
Mientras haya unos amargos, que amenicen la reunión
y la baraja haga magia, en manos del “tayador”.
Mientras un “tungo” se lleve todo el laburo del mes
y un burrero empedernido diga que: “será otra vez”.
Mientras los cuernos adornen la testa de algún chabón
y una mina descarriada, corra hacia la perdición,
haya puntos sin laburo y ni un hueso en el “buyón”,
pebetes abandonados por “madres sin corazón”,
patio, cortada y esquina, curda “manga” y macetón,
habrá tango, tango y tango, nuestra más piola pasión.

Por eso, paren la mano, no se vayan a apurar,
a ver si por apurados, vivo lo van a enterrar.-

HAIKU

ANA MARIA GOGNA
Caen las hojas
Viento sudeste sopla
Tengo más canas